-Contacto, aquí tenemos un 4343, jóvenes rayando letreros. ¿Me copia? Código 5849, comuna de Providencia. Cambio y fuera.
Mientras, los tres nos mirábamos los unos a los otros, con mascarillas en la boca, guantes de látex aún mojados y una sensación muy extraña.
-¿Ustedes saben que no se pueden rayar los espacios públicos?, nos preguntó Danilo con una voz tosca y firme.
-Sí, sí sabemos, respondió uno de nosotros. Pero para nosotros esto no es rayar, más bien es arte, es una señal mágica, un regalo de la naturaleza.
-Haber, estira eso en el piso -ordenó nuestro amigo señalando el pliego de mica doblado, con la pintura aún algo fresca-. Y tú, ¿qué tienes ahí en la mochila?
Al ver todos los sprays de colores en el piso, preguntó ¿y tantos tienen? ¿Para qué?
-Es que es para combinar, qué fome hacerlos todos del mismo color, respondimos.
-¿Y tienen negro? Dijo.
-Sí, queda un poco.
-Bueno, entonces borren lo que acaban de hacer.
Luego de unos segundos, nos encontrábamos borrando la hermosa señal que habíamos hecho. Había desaparecido… pero no por mucho tiempo.
Mientras veíamos nuestra señal tendida en el piso y las cinco latas de spray medias vacías, llegaron dos patrullas y un retén móvil. De la primera patrulla se bajaron alrededor de cuatro carabineros, pero solo uno de ellos tomó la palabra.
-¿Qué están haciendo weon, y a esta hora de la noche? ¿No ven? Nos hacen levantarnos, venir hasta acá… ¡déjense de webiar! -nos dijo aquel tipo de ojos claros y vocabulario muy amplio y refinado.
-Estamos haciendo arte, le respondimos. Simplemente, una señal.
-¿Arte? ¿Haber y que rayaron? Nos dijo.
-Aquí, este cartel -le mostramos señalándolo. Más encima, es “La Concepción”, y no nos habíamos dado cuenta del nombre de la calle, hasta después de hacerlo. Si hasta en eso calza, perfecto para semana santa.
-Pero ya lo borramos -añadí.
-¿Saben lo que me corresponde hacer? -nos preguntó el nuevo señor carabinero- debería llevarlos detenidos, a la 19 comisaría. ¿Ustedes saben eso? -nos preguntó.
-Sí, lo tenemos muy claro -le dijimos.
Se incorpora un nuevo carabinero, este de un aspecto más cansado, sin ganas de pelear, se veía que tenía más edad, era más bajo y un poco más gordo. Ocupaba lentes.
-¿Y para qué hacen esto? -nos preguntó.
-Porque lo encontramos bonito, nos gusta, y creemos que a la gente que lo vea también le va a gustar. Está diseñado con proporción aurea, es perfecto, un verdadero regalo de la naturaleza, respondimos.
-Ya, pero puede ser que a mí no me guste. Mira, imagínate voy a tu casa y te rayo algo que para mí es bonito pero para ti no ¿Te gustaría?
-Pero es diferente, respondimos. Hay cosas universales, que a todo el mundo le gustan, como esta señal. No puede no gustarte, está hecha para que al ser humano le agrade verlo. ¿De verdad no te gusta? Le preguntamos algo sorprendidos.
-No, si es bonito. A mí me gusta, felicitaciones, dijo el primer paco.
-Ya, no seas irónico, le dijimos algo molestos.
-¡Pero si es verdad! En serio me gusta, de hecho ya la había visto antes, y le encontré realmente linda -dijo con una sonrisa. Pero era una sonrisa verdadera… a un señor carabinero de Chile le había gustado un stencil nuestro!!
-Sí, añadió el paco de más edad. Ahora siempre que lo vea me voy a acordar de ustedes, dijo con una sonrisa algo tímida.
-Ya, anota sus nombres, le ordenó Danilo.
Después de darle nuestros nombres, domicilios y cédula de identidad, seguimos hablando con ellos.
-Bueno, ustedes saben que si alguien alega porque le rayaron la casa, los llevamos detenidos por daños a la propiedad privada, ¿cierto? -Nos preguntó este nuevo amigo que nos habíamos hecho.
-Sí, lo tenemos muy claro, pero nos arriesgamos. Porque es tanta satisfacción la que sentimos cuando a alguien le gusta, que es mucho más valido que toda la gente que puede alegar. Y si nos tienen que llevar detenidos para alegrarle el día a una persona que pase por la calle y vea un mensaje nuestro, que nos lleve nomás. Vale la pena el esfuerzo.
-Pero a mí no me gustaría salir de mi casa y ver un rayado, a mi no me haría feliz, añadió el paco más regordete.
-Pero esto no es un rayado, es un stencil. Es diferente, tiene una gráfica distinta, un trabajo distinto, y hacemos mensajes para la gente. No como los que hacen graffitis para promocionarse a sí mismos, eso es egocentrismo puro, le dijimos.
-Yo hago graffitis -nos contó el primer paco.
-¿Qué? -dijimos sorprendidos.
-Si po’, hago grafitis, dijo.
-Pero ¿qué tipo de grafitis? ¿Tu firma? -preguntamos asombrados.
-No, hago dibujos -respondía él ahora a nuestras preguntas.
-¡Yo quiero aprender! -dijo uno de nosotros…el que menos había hablado durante esta conversación.
-Pero yo pido permiso cuando los hago, recalcó.
-Bueno, sí… dijimos algo aturdidos.
-Ok, voy a tener que abortar el procedimiento. Prométanme que se van a ir directo a la casa y que no van a seguir rayando, porque nos vamos a dar un par de vueltas en la patrulla y si los sorprendemos, nos veremos en la obligación de detenerlos. ¿Me lo prometen? Dijo el paco flaco con sonrisa.
-Sí, obvio. Nos vamos directo a la casa –le respondimos felices.
-Ya muchachos, vámonos no más, dio la orden nuestro amigo graffitero a todos los demás.
Mientras veíamos como las dos patrullas y el retén se alejaban camino al sur, nos mirábamos entre los tres, y con una satisfacción enorme, cerramos esa noche en donde no hicimos más de cuatro stencils, pero que sin embargo, fue más productiva que muchas otras.