- ¿Cuándo nos van a invadir?
- ¿Por qué piensas que vamos a invadir la Tierra?
-No sé... en las películas todos los extraterrestres invaden la Tierra... ¿o no todos?
Esta vez su risa fue tan alegre que me contagió. Después traté de justificarme:
-...Es que en la tele...
- ¡Claro, la televisión!... ¡Veamos una de invasores! -dijo entusiasmado, mientras de la hebilla de su cinturón extraía otro aparato. Apretó un botón y apareció una pantalla encendida. -dijo entusiasmado, mientras de la hebilla de su cinturón extraía otro aparato. Apretó un botón y apareció una pantalla encendida. Era un pequeño televisor en colores, sumamente nítido. Cambiaba de canales con rapidez. Lo sorprendente era que a esa zona llegaban sólo dos estaciones, pero en el aparato iban apareciendo una multitud: películas, programas en vivo, noticieros, comerciales, todo en diferentes idiomas y por personas de distintas nacionalidades. -Las de invasores son muy ridículas -decía Ami divertido.
- ¿Cuántos canales puedes sintonizar allí? Todos los que están transmitiendo en este momento en tu planeta... Esto recibe las señales que captan nuestros satélites y las amplifica ¡Aquí hay una, en Australia, mira! Aparecían unos seres con cabezas de pulpo y muchos ojos saltones surcados de venitas rojas. Disparaban rayos verdes contra una multitud de aterrorizados seres humanos. Mi amigó parecía divertirse con ese film.
- ¡Qué barbaridad! ¿No te parece cómico, Pedrito?
-No, ¿porqué?
-Porque esos monstruos no existen más que en las monstruosas imaginaciones de quienes inventan esas películas... No me convenció. Yo había pasado varios años viendo todo tipo de seres espaciales perversos y espantosos como para que pudiera borrármelos de un plumazo.
-Pero si aquí mismo en la Tierra hay iguanas, cocodrilos, pulpos... ¿por qué no van a existir en otros mundos?
-Ah, eso. Sí los hay, pero no construyen pistolas de rayos, son como los de aquí: animales. No son inteligentes.
-Pero tal vez existan mundos con seres inteligentes y malvados...
- ¡"Inteligentes y malvados"! -Ami reía a todo pulmón-. Eso es como decir buenos-malos. Yo no podía comprender. ¿Y esos científicos locos y perversos que inventan armas para destruir el mundo, contra los que Batman y Superman luchan? Ami captó mi pensamiento y explicó riendo:
-Esos no son inteligentes; son locos.
-Bueno, entonces es posible que exista un mundo de científicos locos que podrían destruirnos...
-Aparte de los de la Tierra, imposible...
- ¿Por qué?
-Porque si son locos, se destruyen ellos mismos primero. No alcanzan a obtener el nivel científico necesario como para lograr abandonar sus planetas y partir a invadir otros mundos. Es más fácil construir bombas que naves intergalácticas, y si una civilización no tiene bondad y consigue un alto nivel científico, más tarde o más temprano utilizará su poder destructivo contra sí misma, mucho antes de poder partir a otros mundos.
-Pero en algún planeta podrían sobrevivir, por casualidad...
-¿Casualidad? En mi idioma no existe esa palabra. ¿Qué significa casualidad? Tuve que poner varios ejemplos para que comprendiera. Cuando lo conseguí, le hizo gracia. Dijo que todo está relacionado, pero que nosotros no comprendemos la ley que enlaza todas las cosas, o que no la queremos ver.
-Es que si son tantos los millones de mundos, como tú dices, podrían sobrevivir algunos malvados sin destruirse. -Yo seguía pensando en la posibilidad de invasores. Ami intentó hacerme comprender:
-Imagina que muchas personas tienen que tomar una barra de hierro al rojo, una a una, con las manos desnudas. ¿Qué posibilidad hay de que alguna no se queme?
-Ninguna; todas se queman -respondí.
-Asimismo, todos los malvados se autodestruyen si no logran superar su maldad. Nadie puede escapar a la ley que rige ese asunto.
- ¿Cuál ley?
-Cuando el nivel científico de un mundo supera demasiado el nivel de amor, ese mundo se autodestruye.
- ¿Nivel de amor?
Yo podía entender claramente lo que es el nivel científico de un planeta, pero no comprendía qué era el "nivel de amor".
-Lo más sencillo es para algunos, lo más difícil de comprender... El amor es una fuerza, una vibración, una energía cuyos efectos pueden ser medidos por nuestros instrumentos. Si el nivel de amor de un mundo es bajo, hay infelicidad colectiva, odio, violencia, división, guerras y... con un nivel peligrosamente alto de capacidad destructiva... ¿Me comprendes, Pedrito?
-En general, no. ¿Qué quieres decirme?
-Debo decirte muchas cosas, pero vamos poco a poco. Empecemos por tus dudas.
Yo todavía no podía creer que no existieran monstruos invasores. Le conté una película en la que unos "extraterrestres lagartos" dominaban muchos planetas porque estaban muy bien organizados. El dijo:
-Sin amor no puede existir una organización duradera. En ese caso, se debe obligar, forzar. Al final, hay rebeldía, división y destrucción. Existe una sola forma universal perfecta de organización, capaz de garantizar la sobrevivencia, y se alcanza naturalmente cuando una civilización se acerca al amor, cuando evoluciona. Los mundos que la consiguen son evolucionados, civilizados, no hacen daño a nadie. Ninguna otra alternativa existe en todo el universo. Una inteligencia mayor que la nuestra inventó todo esto.